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El desayuno es la primera comida del día. Es importante porque, desde la cena, hemos pasado muchas horas en ayuno, por lo que aportar a nuestro organismo los nutrientes necesarios en esas primeras horas del día nos va a proporcionar la energía suficiente, física y mentalmente, para comenzar el día, sin obligar a nuestro cuerpo a que recurra a las reservas que podamos tener.
 

Durante todo el día es recomendable que repartamos el aporte de energía en:
25 % en el desayuno (o un 15 % si se trata de un desayuno ligero y 10 % en el almuerzo de media mañana)
35 % en la comida del mediodía
10 % en la merienda
30% durante la cena

Es importante que estas comidas sean equilibradas, sanas y variadas, con un mayor consumo de frutas, hortalizas y legumbres, cereales de grano entero y grasas saludables. Para ello, podemos planificar nuestros menús de la semana, algo que nos ayudará a comer de manera saludable y variada y a comprar de manera más consciente, evitando también el desperdicio de alimentos en nuestas casas.

La Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) recomienda no saltarse el desayuno, ya que esto puede asociarse a un mayor riesgo de desarrollar enfermedades coronarias, accidentes cerebrovasculares, un peor control glucémico y resistencia a la insulina, pudiendo afectar incluso a nuestra capacidad cognitiva y académica. 

¿Qué pasa si nos saltamos el desayuno?

Aumenta el riesgo de sobrepeso, obesidad y otros problemas relacionados.
Afecta en la concentración, rendimiento y energía a lo largo del día.